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Smart city

14 agosto 2020

El concepto de smart city es tan variable y abierto como el marco tecnológico actual, no podemos decir que exista una única definición. Una posible referencia es la que nos da Wikipedia en su versión inglesa:

 

“Una smart city es un área urbana que usa diferentes tipos de sensores electrónicos del Internet de las Cosas (IoT) para recolectar datos y después utilizarlos para gestionar recursos y servicios de manera eficiente”.

 

Entre los expertos parecen bastantes claras ciertas características que deberían cumplir una zona urbana, a través de la tecnología, para que pueda ser considerada smart city:

 

● Hacer un uso eficiente de las infraestructuras físicas mediante el análisis de datos y la inteligencia artificial. Un ejemplo de esto lo tenemos en el diseño de carreteras, señalización o situación de zonas verdes.

● Poner los medios para permitir la participación ciudadana en decisiones que afecten a su entorno o iniciar procesos de innovación abiertos para empresas locales.

● Establecer un ecosistema tecnológico orgánico que permita la adaptación a nuevas necesidades y circunstancias, la innovación o mejoras sobre los sistemas ya establecidos.

 

Por supuesto, ni cumplir todos estos puntos son obligatorios ni son los únicos que existen, pero nos dan una idea general de qué esperar cuando hablamos de este concepto. Lo que parece seguro es que para que una ciudad sea smart debe confiar plenamente en la tecnología en todas sus vertientes así como en conjunto de personas que la valoren, comprendan y la pongan en uso en las múltiples oportunidades que se pueden dar dentro de una ciudad.

 

 

Es obvio que para poner en marcha proyectos que estén en la línea de las smart city es necesario una inversión por parte de las administraciones públicas, poniendo los medios directamente en algunos casos y en otros confiando en empresas (idealmente locales) para el desarrollo de piezas  de este gran puzzle.

Ejemplos de ciudad inteligente hay muchos, pero podemos destacar el caso de Amsterdam que comenzó su iniciativa en convertirse en smart city en 2008.  Desde entonces se han realizado más de 170 proyectos en este marco. Muchos de estos proyectos están en la línea de la ecología y la gestión eficiente de los recursos, por ejemplo, con aplicaciones que permiten controlar el gasto energético de la ciudad o la adaptación de los sistemas de tráfico (semáforos, aparcamientos…) al estado actual del flujo de viajeros.

 

 

Desde Xoia pensamos que el futuro de las ciudades es convertirse en smart y creemos en el valor que los proyectos de realidad aumentada y virtual pueden aportar a esta gran corriente de avances tecnológicos, mejorando la divulgación, acceso a la información y la calidad de vida de los ciudadanos.

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